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The Cove - 2009 Documental
"El éxito inusitado de un documental como The Cove, que se ha alzado con los premios respectivos en Sundance y los pasados Oscar´s, se debe, como creemos y pasaremos a exponer, no al tema (la matanza anual de 23000 delfines en Taijin y el intento de introducir su carne envenenada de mercurio en la dieta escolar nipona) sino a la forma en que este está expuesto. Haciendo bueno el dictum acerca de la moral de las formas, el trabajo de Louis Psihoyos realiza un proceso por las diversas variantes del documental yanqui, alcanzando cotas del todo inesperadas: su última secuencia, donde en última instancia recae el verdadero gesto ético del film, sirve por sí sola para justificar a The Cove como un documental, después de todo, completamente auténtico.
The Cove como docu-tv. En un primer vistazo, el documental de Psihoyos, que llega a su primer largo tras una carrera como fotógrafo del National Geographic, se presenta justamente como eso: el típico documental de NG o de Discovery Channel, donde se nos informa, por medio de materiales de archivo y las convencionales “cabezas parlantes” (talking heads), de la situación actual de la fauna acuática, en especial de los cetáceos. Asimismo, nos pondremos al corriente de las prácticas de Japón, uno de los mayores cazadores y consumidores de grandes seres acuáticos, y su política ilegal e indiferente al respecto. Japón, como señalaría un superficial psicoanálisis político, es el capitalismo en su versión no reprimida, el capitalismo inhumano hecho explícito.
Entre las diversas “cabezas parlantes” que desfilan en la primera y televisiva parte nos encontramos con la de Ric O´Barry, que se convertirá en la figura central. Entrenador del delfín protagonista de la serie de los primeros sesenta Flipper (más famosa en España por ser uno de los dibujos de las camisetas que llevaba Kurt Cobain), O´Barry se convirtió al activismo marino después de que Flipper (en realidad, una delfina llamada Suzie) se dejara morir en sus brazos, completamente deprimida. Tras el dramático capítulo, y arrepentido de haber propagado el gusto por los grandes acuarios urbanos, O´Barry se dedicaría a liberar delfines a lo largo y ancho del mundo.The Cove como documental activista. A O´Barry lo acompaña un mínimo grupo de activistas, entre los que hallamos al propio productor, un especialista en misiones militares canadiense y una pareja de expertos submarinistas. En la segunda parte del documental, este abandona su talante informativo y distante para pasar a la acción. Localizándose en Taijin, una comunidad nipona totalmente dedicada al delfín (encontramos museos, peluches y monumentos con la forma del inteligente cetáceo, incluso aparece como logotipo de gasolineras y supermercados, serigrafiado en las baldosas del paseo marítimo), el grupo comienza a investigar lo que supone un inmenso crimen: de forma oculta, los japoneses están llevando a cabo la matanza de delfines justo en un recodo (la cueva del título) al otro lado del pueblo. Con Ocean´s Eleven (01) como referente confeso, el documental toma por momentos la forma de un thriller de acción en que se prepara una misión especial o imposible, en este caso, llegar a la cueva, y filmarla. El documental adopta las herramientas de la ficción para hacerse eficaz.
The Cove se entronca por lo pronto con lo último en el documental politizado americano, que seculariza más las enseñanzas de Michael Moore que las de Frederik Wiseman: Earthlings (03), The Corporation (04), (este, canadiense, acepta a Moore como gurú del movimiento), Zeitgeist (07) o El mundo según Monsanto (08) son ejemplos postreros de una cierta tendencia del documental yanqui, pro-activo con la situación política global. En The Cove (o El mundo según Japón) también encontramos ese afán performativo hacia la realidad que describe, ese apuntar a la conciencia y el cambio. Y, desde luego, el meltin´ pot formal arquetípico del documental en la era Internet.
The Cove como documental auténtico. Un último gesto convierte este film en una película importante, emocional y memorable. Unas cuantas cámaras dejadas por O´Barry y sus secuaces (alguna submarina, otras mimetizadas como rocas) captan la realidad de la cueva, sin mediación: el mar se tiñe de rojo. Como si de imágenes procedentes de James Benning o Chantal Akerman se tratara, Psihoyos cierra su documental con una secuencia completamente materialista, donde las cámaras, abandonadas a sí mismas, aprehenden lo que el ojo no ve. The Cove, finalmente, se convierte en un documental que ofrece la verdad, y nos dice, con Godard: “No es rojo, es sangre”. McCunninghum Villacanicas del Hoyo (Santo Tomé y Príncipe)
Miralo online: http://www.megavideo.com/?d=AM6EL1IN
http://www.megavideo.com/?v=H0HBVSSG
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